jueves, 11 de octubre de 2012

Testigos relatan cómo fue abatido “El Lazca”


Heriberto Lazcano Lazcano, “El Lazca”, uno de los capos más buscados por la PGR y la DEA, fue abatido por efectivos de la Marina cuando, infiltrado entre gente de esta población, presenciaba desde las desvencijadas gradas de un pequeño campo un juego de beisbol regional.
Eran las 13:00 horas del domingo cuando en el parque municipal el equipo local jugaba contra el cuadro representativo del municipio de Juárez.
Ahí, entre la multitud de unas 200 gentes, en este parque sobre la carretera a la altura de un arco de hierro que da la bienvenida a los visitantes, el máximo líder de la organización delictiva de los Zetas llegó a bordo de una Ford Ranger blanca, doble cabina, acompañado de un escolta, Mario Alberto Rodríguez Rodríguez.
A los aficionados no se les hizo raro que dos desconocidos estuvieran ahí, pues dieron por un hecho que eran unas de las tantas personas de las comunidades cercanas que acuden a ver los partidos.
“Ellos llegaron en una camioneta”, dijo un testigo que estuvo en el parque. “Estuvieron viendo el juego de beisbol un rato y luego se retiraron. Como que estaban comiendo, tomando”.
Pasaron unos 20 minutos cuando el vehículo de los delincuentes regresó al lugar y los dos ocupantes bajaron para seguir viendo el partido desde las gradas.
“Las armas estaban atrás de la camioneta, en la cabina.Desde afuera se podían ver, pero la gente le daba más importancia al partido de beisbol”, señaló el entrevistado, vecino de esta población de 3 mil 500 habitantes, ubicada a 280 kilómetros al norte de Saltillo.
Alertados por una denuncia anónima sobre hombres armados, de pronto efectivos navales llegaron al parque. La gesta deportiva se desarrollaba con tranquilidad, cuando se escuchó un granadazo. “Luego la gente vio que llegaron los marinos y comenzaron los ‘tracalazos’”, relató el testigo.
Los balazos anunciaron la fatal terminación del juego.
El pánico y el miedo se apoderaron de los aficionados y peloteros. “Los jugadores de los equipos empezaron a correr, otros se pusieron pecho a tierra. Por ahí cerca hay monte, pasa un arroyo, y toda la raza se fue allá a protegerse”, dijo.
“El Lazca” y su escolta emprendieron la huida y alcanzaron a abordar su vehículo.
No se sabe quién inició el ataque, pero ante la lluvia de balas de los efectivos de la Marina que arribaron al sitio, el capo y su escolta repelieron con fuerza el ataque, agregó el testigo.
“Uno de ellos se bajó (de la camioneta) a tirar, que fue al que tumbaron primero, era el conductor. “Luego, el copiloto (‘El Lazca’) también se quiso bajar, pero ahí quedaron los dos muertos a un lado de la camioneta blanca”, agregó.
La gente del pueblo asegura que la refriega se prolongó por 20 minutos y el sonido de los balazos se alcanzó a escuchar hasta la plaza principal, a unos 800 metros de la escena del enfrentamiento.
“La gente se refugió en sus casas y hasta hoy martes (ayer) no quiere salir”, dijo una mujer. “Están las calles solas y los padres de familia todavía no se animan a dejar a sus hijos a la escuela”.
Después de que cayeron abatidos y les fueron tomadas huellas dactilares y fotografías, los cuerpos de los dos desconocidos fueron trasladados el domingo por la tarde a la Funeraria García en el municipio de Sabinas, a 82 kilómetros al norte de Progreso, para realizar la autopsia.
Esa madrugada, entre la 1:00 y 1:30 horas del lunes, en un hecho insólito, ambos cuerpos fueron robados de la funeraria por un comando armado.
Desde entonces, no se sabe del paradero de los cadáveres. “La raza dice que no conocía a nadie de ellos, ni sabía que eran de los malos”, dijo otro habitante.
“Como viene gente de la Presa Don Martín, de San Alberto y de otros ejidos a ver el partido, a nadie se le hizo raro ver esa troca ahí”, afirmó. Ese domingo nadie supo quiénes eran los dos hombres abatidos por los marinos a plena luz del día.
Ayer los habitantes de Progreso se enteraron que el lunes en la madrugada los cuerpos habían sido robados por un comando armado de hombres encapuchados fuertemente armados de la funeraria de Sabinas.
Fue entonces que supieron que uno de los muertos era “El Lazca”, el jefe supremo de los Zetas. Con este capítulo, este pequeño poblado de Progreso ahora es parte de la historia criminal de la guerra contra la delincuencia organizada.

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